Se han dicho muchas tonterías sobre la imagen social del bibliotecario. Más sobre la bibliotecaria. Y sobre todo se han dicho en inglés. Yo voy a decir una cuantas tonterías más, en español, pero sobre todo voy a intentar colgar fotos que reflejan nuestro lado más extraño.

9.2.06

¡Fiesta! ¡Fiesta!

El otro día hicimos una fiesta en la biblioteca para celebrar San Blas y claro, como ahora todo el mundo tiene que si el telefonino con cámara de fotos, que si la cámara digital tamaño tarjeta de crédito, que si la podcast, que si el travelnotes, que si el gachetófono, pues resulta que el evento ha quedado sobradamente documentado para la posteridad.

Por ejemplo, en esta primera foto que figura en la cabecera vemos cómo la concordia reinó entre todos durante la hora del baile: facultativos, ayudantes, auxiliares, becarios y... (este... cómo se decía... ¡usuarios! ¡clientes! ¡lectores! ¡socios! ¡ciudadanos! ¡pueblerinos! ¡contribuyentes!). Bueno, que cundió la amistad entre los pueblos: fijaos bien en que los del staff no nos quitamos de la pechera la chapita con la que nos identificamos ante nuestros... este... personas que vienen a la biblioteca.


Hubo merienda con lo que nos sobró de la fiesta de Navidad:


Hubo entrega de regalos a los compañeros:


Hubo disfraces:




Hubo groopies:



Y hubo ¡cómo no! música a raudales. Con el apoyo de los compañeros de la Sección de Audiovisuales conseguimos poner un disco de vinilo que algún nostálgico trajo a la fiesta. Se trata de un long-play de "Dewey Decimal and The Librarians", una band muy trendy entre las teens de los colleges, que con un tono entre cool y lounge avant la lettre pasó de largo por los sixties sin llegar a ningún ranking de top-sellers.

Bueno, la verdad es que la música molaba, pero 36 minutos tampoco dieron como para animar a la gente a bailar como debe ser. Entonces pasó algo. La chica responsable del fichero de autoridades tomó un micrófono, se subió a una torre de tesauros de antropología, y nos montó el siguiente numerito musico-rockero:



Luego nos enteramos por su madre (que vino a la fiesta) de que desde muy niña había sido una bailonga:


Y despues de la música desenfrenada y tal y tal , ya se sabe que en las fiestas llegan los momentos de reposo, en los que los más jóvenes buscan un rincón entre las estanterías de los repertorios de legislación y jurisprudencia para arrebatar un beso furtivo...


... y los más mayores nos fuimos retirando discretamente a dormir la mona en un rincón frondoso del campus universitario, donde entre sueño y sueño nos dedicamos a nuestro juego favorito: detectar errores en las Reglas de Catalogación recitándolas en voz alta.

2 comentarios:

  1. Anónimo10.2.06

    ostras!!! me parto con este blog!!! cada dia te superas

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  2. Anónimo12.2.06

    Qué risa! Vivirlo para creerlo, ciertamente!xD

    Me parto con el juego favorito de los bibliotecarios!!! jajajajaja

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