Se han dicho muchas tonterías sobre la imagen social del bibliotecario. Más sobre la bibliotecaria. Y sobre todo se han dicho en inglés. Yo voy a decir una cuantas tonterías más, en español, pero sobre todo voy a intentar colgar fotos que reflejan nuestro lado más extraño.

24.5.09

Espías como nosotros






En "El espía que surgió del frío" se produce el siguiente diálogo entre un espía y una bibliotecaria:
Bibliotecaria: ¿Sabe usted archivar?
Richard Burton: Si
B.: ¿Tiene letra legible?
R.B.: Nunca en fin de semana...

El espía es Alec Leamus (papel interpretado por Richard Burton), un bibliotecario alcohólico y mal pagado que hace el papel de agente doble entre la biblioteconomía (Information Science) y el espionaje (Information Services), que conoce a la atractiva bibliotecaria comunista Nan Perry (papel interpretado por Claire Bloom) con la que mantiene un tórrido affaire sentimental en el que se mezclan el alcohol, la duda psicológica, los sentimientos de culpa, la política de la guerra fría y la Clasificación Decimal de Dewey.

Vean aquí el precioso tráiler de época sobre esta peli, donde no sale la biblioteca pero sí los bibliotecarios en cálido arrumaque:






Todo este asunto me ha tenido pensando pensando, como en el anuncio de "Centella", y la cosa es que revisando papeles de aquí y de allá, servicio de información que soy en mí mismo, he empezado a columbrar las conexiones entre espías y bibliotecarios, algunas de las cuales quiero exponer esta mañana, aún a riesgo de sacar del armario a alguien.

¿Y quién sabe más de armarios que un archivero? Mi suegro tiene una cuñada archivera, de la que dice maliciosamente que es un archivador. Pero un archivero, no hagamos caso a mi suegro, es un pedazo de profesional de la información, y por tanto cercano al agente de información, asunto que nos ocupa esta plomiza mañana. Yo de archiveros no sé gran cosa, y quizá debo iniciar hoy una serie "Archiveros célebres pero por otra cosa", que podría inaugurar por la puerta grande la Reina de los Espías, Stella Rimington, que fue archivera, luego bibliotecaria y luego espía. Cazi ná.





















Les presento por la presente al original y su modelo. Stella Rimington (a la derecha) es en la actualidad novelista, escribe novelas de espías. Desde que se jubiló en 1996 de su anterior trabajo como Superindendente del MI5, el Servicio de Inteligencia del Reino Unido. Esta señora londinense a la que esperaba una aburrida vida de inglesa media, que trabajó de maestra en un colegio de niñas, que se fué de au pair a Francia antes de entrar a estudiar en la Universidad, consiguió un trabajo de archivera en el Condado de Worcester en 1959, donde conoció a su marido, usuario del archivo y con el que una vez casados se mudó a vivir a Londres, donde entró a trabajar en la Biblioteca de la India Office, que es lo que se llama "un departamento difunto" cuyo archivo y biblioteca se puede consultar gracias a la British Library. Pues bien, de la Oficina de la India pasaron a irse a vivir a Nueva Delhi, el La India, donde el hombre había sido designado para llevar la oficina de asuntos económicos. Como tantas veces pasa, la mujer se aburría, total que le ofrecieron el puesto de ayudante o de secretaria de uno de los comisionados de la embajada... que resultó ser un espía, nada menos que el representante del MI5 en India, así que el hombre la reclutó de espía. Doña Stella trabajó en espionaje, contraespionaje, antisubversión, antiterrorismo, tuvo dos hijas, se divorció del marido, estuvo destinada en Moscú (no sabemos si con las niñas) y acabó siendo nombrada Directora General del MI5, de hecho la primera mujer que lo dirigía y su primer director en salir del archivador, digo del armario: osea, el primero cuyo nombre y foto son públicos.

¡Y tan públicos! Stella Rimington inspiró el personaje de "M", la jefa de James Bond en Casino Royale y otras pelis. Dice en el periódico: "Me sentí muy halagada porque sé con certeza que inspiré el personaje de M interpretado por Judi Dench en el cine. En la película incluso aparecía con el mismo corte de pelo y el traje idéntico al que lucí en mi comparecencia televisiva como directora general del MI-5". Y ahora escribe novelas protagonizadas por la agente Liz Carlyle, "agente de inteligencia en la treintena, que apenas logra conciliar su vida laboral y privada, sufre como cualquier londinense los habituales parones del metro cuando acude a su oficina del Millbank, a orillas del Támesis, y parece desconocer los secretos del martini agitado, no revuelto."

Pero no se vayan a creer que aquí queda la cosa. Ya dediqué otra ocasión a contarles la historia de otro de los grandes espías bibliotecarios, John Edgar Hoover, fundador del FBI americano, a la que saqué jugo suficiente por lo que no reincido. Pero me he encontrado todo un libro "The librarian spies" que estoy deseando leer a ver si me revela el modo de enrolarme en plan Roldán.

Amárrense a los machos: "In 1950, Senator Joseph McCarthy declared that the State Department was a haven for communists and traitors. Among famous targets, like Alger Hiss, the senator also named librarian Mary Jane Keeney and her husband Philip, who had been called before the House UnAmerican Activities Committee to account for friendships with suspected communists, memberships in communist fronts, and authorship of articles that had been published in leftist periodicals." Osea, encima de tener amigos sospechosos de ser comunistas, escribían artículos en revistas de izquierdas ¡A la hoguera! ¡Y yo con ellos! Menos mal que en lugar de fusilar a la bibliotecaria filocomunista, la dejaron en paz, y la mujer abrió un cine donde echaban pelis en idiomas extranjeros, hecho por el que, que se sepa, no sufrió condena.

Y además más cosas: antes he mencionado a Roldán. ¿No le encuentran vds. un bonito parecido con el Superintendente Vicente, de la T.I.A.?
























Mortadelo y Filemón son los primeros profesionales de la información de mi imaginario poético: "Mortadelo y Filemón, agentes de información" un par de agentes secretos (Information Services) de la organización, conocida como la T.I.A. (Técnicos en Investigación Aeroterráquea), que vela por la seguridad de los ciudadanos manteniendo a raya a todo tipo delincuentes y maleantes. A pesar de que las lenguas bípedas han querido ver en el personaje de Ofelia, la secretaria eternamente deseosa de Mortadelo, a una bibliotecaria, yo opino que se parece más bien a Monipeni (la secretaria eternamente deseosa de James Bond).

Con lo que se cierra aquí el círculo, que comenzamos con el espía superatractivo Richard Burton, y acabamos con el no menos deseable profesional de la información Mortadelo, pasando por James Bond y algunos de sus secuaces. Vds. dirán si la cosa estuvo bien llevada.

¡Hala, a disfrutar!


16.5.09

El peligro amarillo






Me van a perdonar vds. que esté un poco desengrasado después de tantos meses sin hincarle el diente a La Imagen Social del Bibliotecario, de modo que si me chirrían un poco los engranajes o no consigo elevar el volumen de sus carcajadas como antaño sepan que la culpa es del tiempo, todo locura. Ítem más, para ir entrando en calor me veo obligado a retomar viejos asuntos, sólo esbozados en mi anterior etapa. Hoy volveremos con el asunto de los bibliotecarios chinos, de los que pocas pero algunas referencias encontraremos en post anteriores.

La cosa empezó con Lao Tsé, "El viejo-niño" llamado así porque dicen que nació con la barba blanca, lo que viene a querer decir entre los chinos que el taoísmo es cosa de ancianos (mientras que el confucianismo es de jóvenes). Taoísmo y confucianismo, los dos modos antitéticos que mantienen en equilibrio la vida de los chinos, son dos escuelas filosóficas surgidas, según una leyenda, del diálogo entre un bibliotecario y su usuario: si hay que creer que Lao Tsé y Confucio son contemporáneos, podemos creer además que Lao Tsé fue bibliotecario en la Biblioteca Imperial de Luoyang, donde el Emperador Wu de la dinastía de los Zhou le habría encargado el cuidado y el estudio de la Historia, la Filosofía y la Literatura. También podemos creer entonces que una buena mañana Confucio madrugó para dirigirse a la biblioteca a leer unos libros y se encontró por el camino (el Tao, en chino) con Lao Tsé;
se enfrascaron en una conversación de varios meses sobre el ritual y lo apropiado, cimientos del confucianismo. Lao Tsé se oponía a lo que consideraba prácticas vacías, y la leyenda taoísta sostiene que estas discusiones fueron más provechosas para Confucio que para el contenido de la biblioteca. Lao Tsé renunció luego a su puesto, quizás por la decreciente autoridad de la corte Zhou. Algunos relatos sostienen que viajó hacia el oeste montando un búfalo de agua, a través del estado de Qin. Cuando llegó al paso de Shanggu, el guardián Yinji reconoció al ilustre filósofo. Le suplicó que se quedase un año en su casa, antes de marcharse al destierro y escribiese un libro exponiendo su doctrina. El maestro se dejó convencer, escribiendo el Tao Te Ching (Libro por el Camino; no confundir con "On the Road, de Jack Kerouac, también escrito en forma de rollo por cierto) y después marchó más al Oeste, adentrándose en el país de los Bárbaros, donde su rastro se pierde para siempre.
De donde se deduce que:
  1. nuestros actuales diálogos con los usuarios, simples entrevistas para definir sus perfiles de intereses informativos en el mejor de los casos, nunca llegarán a devenir en fundación de complejos sistemas filosóficos normativistas ni en delicadas místicas de la simplicidad, como son el conficianismo y el taoísmo. Reivindiquemos, pues, una atención al usuario que pueda desarrollar conversaciones de meses de duración.
  2. la autoridad decreciente de nuestros jefes puede hacernos renunciar a los puestos de trabajo, lo cual me da mucho que pensar y poco que decir.
  3. nosotros somos los Bárbaros (lo que hablan diciendo "bar, bar", osea "bla, bla") a los que llegó el bibliotecario a lomos de su búfalo. Y el búfalo ya no lo tenemos, pero quizá no tengamos un bibliotecario tan famoso como Conan the Barbarian.

Corto aquí mis argumenos con esta bonita imagen de un bibliotecario chino tomando un café con leche mientras analiza las analectas bibliotecarias, y aprovecho para tomarme otro yo mismo.

Y pasemos tras el café al segundo bibliotecario chino de nuestra historia, célebre pero por otra cosa: se trata ahora de Arcadio Huang (Fujian 1679 - París 1716), precursor de la enseñanza del chino entre nosotros los bárbaros. Autor de una gramática china y del primer diccionario chino-francés, Arcadio Huang fue bibliotecario del Rey Sol, Luis XIV de Francia y de Navarra.

Huáng Jiālüè nació en una familia de chinos cristianos, fue bautizado por un jesuita español el 21 de noviembre de 1679 con el nombre de Arcadio, y recibió la formación adecuada para convertirse en letrado, que es la máxima ambición de los poetas en China. Debió de suspender las oposiciones, no nos lo dice la Historia, porque la cosa es que en lugar de hacerse letrado embarcó para el Oeste. En lugar de un búfalo usó un barco, donde viajó en 1702 a Londres, París y Roma. En Roma estuvieron en un tris de ordenarle sacerdote, oferta que gentilmente declinó y volvió a París, donde llevó una vida civil como interprete de chino en la corte del Rey Sol, que le encargaría de la catalogación de los libros chinos de su biblioteca.

Y en esta Imperial Biblioteca se produce otro simpar encuentro entre bibliotecario y usuario que deja como fruto una importante obra literaria. Arcadio Huang conoció en la biblioteca al escritor Montesquieu, con quien debatió horas y horas sobre las costumbres occidentales desde el punto de vista de un oriental. Años después el francés publicaría sus Cartas Persas, en las que transforma su interlocutor chino en tres persas que ironizan sobre las costumbres occidentales.

Arcadio Huang frecuentaba los salones parisinos, donde podemos imaginar que levantaría bastante atracción entre las chicas (por ser chino, no por ser bibliotecario). Allí conoció a la parisina Marie-Claude Regnier, con la que se casó y con la que vivió su trágico final: la mujer murió del parto de su primera hija, Arcadio Huang un año más tarde, y la niña a los pocos meses. De modo que aquí termina la historia de este bibliotecario.

Pero avancemos un poco más en la Historia, que nos depara el encuentro con otro bibliotecario chino célebre pero por otra cosa: Li Dazhao (1888-1927), uno de los fundadores del Partido Comunista Chino, junto con Chen Duxiu.

Li Dazhao estudió en Japón y se convirtió en bibliotecario jefe de la Universidad de Pekín, donde creó un grupo informal de estudios sobre el marxismo. El Decano de la Universidad era entonces Chen Duxiu, que le encargó la coordinación de un número monográfico de la revista "Nueva Juventud", que se había convertido en el órgano de difusión de las nuevas ideas, desde la crítica al confucianismo a la propuesta del uso del chino informal frente al clásico. Es curioso, por esos años colaboraba también con la revista una jovencita de Madrid llamada Marcela de Juan.

De modo que por un número monográfico de una publicación periódica de carácter universitario, que pudo ser catalogada como serie o como monografía, lo mismo me da que me da lo mismo, se introduce el marxismo en China.

Así, Li Dazhao se convirtió en el introductor del marxismo en China. En colaboración con Chen Duxiu comenzó a atraer a jóvenes interesados en el marxismo y el movimiento despertó la atención de la Unión Soviética, que a través de la organización internacional Komintern intentaba propagar el comunismo en el mundo.
¡Eso para que luego digan que no tienen visibilidad las publicaciones periódicas monográficas del entorno universitario y que no publican en inglés ni vacían sus artículos en el WOK!


Y terminaremos nuestro periplo por los bibliotecarios chinos esta mañana sin marcharnos muy lejos de la Biblioteca de la Universidad de Pekín, Li Dazhao y el Partido Comunista Chino: con Mao Tse Tung.

Porque Mao Tse Tung también fue bibliotecario, y trabajó a las órdenes de Li Dazhao en la Biblioteca de la Universidad de Pekín. Cuentan que entró por enchufe de su profesor de secundaria y futuro suegro, el profesor Yang Changji, que le colocó no sabemos si de becario o con un contrato temporal. Cuentan también que no tuvo muy buena relación con el bibliotecario jefe y fundador del Partido que Mao lideraría durante décadas. Cuentan que mientras estudiaba, tuvo ocasión de dedicarse a la lectura, lo cual influyó notablemente en su vida. Cuentan que también en Pekín contrajo matrimonio con su primera esposa, Yang Kaihui, estudiante de la misma universidad e hija del profesor Yang Changji.

De modo que ¡bibliotecario! ¡compañero! Si ves que tu becario hace manitas con la hija del catedrático ¡guárdate de los idus de marzo!

Y para terminar con una nota de humor, cosa que nos caracteriza pero que es difícil de invocar después de hablar de Mao, que era muy serio el hombre, vamos a ver un par de imágenes de las modernas y actuales bibliotecarias chinas. Si son célebres será... ¡por su imagen social! Juzguen ustedes mismos:

Y adios y adios.

ADDENDA: SU DONGPO (1037–1101)

Me entero después de terminar el post de que entre los miles y miles de famosos poetas chinos clásicos hay uno grande y bibliotecario, Su Dongpo, también conocido como Su Shi (蘇軾), escritor, poeta, calígrafo, farmacéutico, funcionario, experto el literatura de viajes y en ingeniería hidráulica... y bibliotecario en la Biblioteca Imperial (1065). Cayó en desgracia y en 1071 fue deportado a Hangzhou, y despues a Xuzhou, Huzhou y Zizhou; en 1079 fue detenido y encarcelado, y más tarde depuesto de su cargo y destinado a Huangzhou como "funcionario de bajo rango" y con vigilancia, por lo que se hizo ermitaño. Volvió a caer en gracia y en 1085 fue nombrado miembro de la Academia Imperial, desde 1089 gobernador de Hangzhou, Yinzhou y Zhizhou, y finalmente Ministro de Guerra, hasta que en 1093 cayó de nuevo en desgracia y fue deportado a la isla de Hainan; murió en 1101 en Changzhou.

Dejó escrito esto:
Todos quieren tener un hijo inteligente,
pero la inteligencia me ha arruinado la vida.
Así que quiero que mi hijo
sea tonto y estúpido:
sin penas ni penalidades
llegará a ser ministro.


[Traducción de Guojian Chen]


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