Se han dicho muchas tonterías sobre la imagen social del bibliotecario. Más sobre la bibliotecaria. Y sobre todo se han dicho en inglés. Yo voy a decir una cuantas tonterías más, en español, pero sobre todo voy a intentar colgar fotos que reflejan nuestro lado más extraño.

21.11.09

Una bibliotecaria relativa

La señora del perrito no es otra que Johanna Fantova, bibliotecaria célebre pero por otra cosa: fue la última novia, relativamente hablando, de Albert Einstein.

Una guapa bibliotecaria de Praga fue el último amor de Albert Einstein. Con Johanna Fantova, 22 años menor que él, el físico y Premio Nobel salía a navegar en el Lago Carnegie de Princeton, Estado norteamericano de Nueva Jersey. Le escribía poemas y le dibujaba pequeñas caricaturas. E incluso le permitió cortarle su melena blanca.
Y es cierto que se ha escrito poco sobre el pluriempleo bibliotecaria-peluquera, aunque nuestro personaje de hoy también encaja en la categoría de bibliotecaria-diarista o de bibliotecaria-guardiana. Me explico: buscando buscando en los cajones de los despachos de la Biblioteca universitaria de Princeton apareció un viejo cuaderno manuscrito de 62 páginas “Gespräche mit Einstein” (Conversations with Einstein), diario en el que la Fantova relata como Einstein mantuvo intacto hasta el fin de sus días ese sentido del humor que le hizo formular teorías tan simpáticas como para que aún sigamos pensando que hablaba en serio.

La Fantova, bibliotecaria temática especializada en física (se podría decir: bibliotecaria que destacaba por su físico ¿no?) convivió con su físico relativo durante años, y describió su relación en este diario, catalogado actualmente como monografía. Además, Einstein para garantizar económicamente el futuro de Johanna le dejó a su compañera de tantos años su teoría general y uniforme del campo. Y cuenta en su diario cómo Einstein veía como una cosa simpática el que le escribieran locos de todo el planeta ofreciéndole diferentes teorías de la relatividad y cosas por el estilo.

Albert Einstein, enormísimo cronopio.

Cuyo interés bibliotecario había comenzado en una visita a Ranganathan en la India. Se confundió de telefonillo (estaba escrito en sánscrito) y entró en casa de Tagore, que le ofreció un té. Einstein nunca supo de su error, según fuentes sánscritas.

¿Ustedes lo habrían notado?


16.11.09

No hay tongo, sino tango bibliotecario


Hasta qué punto los bibliotecarios estamos por el mashup lo cuenta esta historia, donde todo es "multicultural": esta multibibliotecaria multiétnica (vive en Florida, tierra multicultural ya de por sí; hija de emigrantes italianos a EEUU; baila un baile argentino de orígenes indígenas afrancesados...) gana en Nueva York (multiculti por demás) un Campeonato Nacional de Tango Escénico:
Laurel Fennell ama los libros. Pero se deja seducir por el tango.Fennell, bibliotecaria del recinto norte de Miami Dade College acaba de ganar en Nueva York el Campeonato Escénico de Tango 2009 de Estados Unidos.``El tango es una maravillosa forma de expresarse'', expresó Fennell (...) Para los compañeros de labor de Fennell es un orgullo contar con una Campeona Nacional de Tango.``Estamos muy orgullosos del triunfo de Laurel Fennell, especialmente porque ha ayudado a cambiar la imagen de los bibliotecarios y ha demostrado que pueden ser muy sexy'', dijo Nancy Kalikow Maxwell, directora de la biblioteca del recinto norte.
Quod erat demostrandum.

Deberían inscribirse en el grupo facebook The Dancing Librarians o contactar con Jodi Whitman, The Dancing Librarian.

Y entonces podrán hacer un musical como este:



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