No moriría, no, queridos niños y niñas. No mientras las fuerzas del bien puedan oponerse a las fuerzas del mal. La biblioteca de nuestra joven amiga se había transformado en un escenario donde se libraba una terrible batalla simbólica, donde se batían las fuerzas enfrentadas del universo: el bien y el mal, la luz y las tinieblas, el yin y el yang. Nuestra joven amiga, la increíble bibliotecaria menguante (ahora convertida en Bat-Girl) junto con las menguadas Super Woman y la Chica Fantástica, se enfrentaba a la Malvada Villana Rubia Teñida, al Referencista Jurídico, y al Ejército de Bibliotecarias Enanas. El escenario: las salas de trabajo del Fondo Antiguo, repletas de bibliófagos. El motivo: la muerte de la Chica del Chándal, y, quizá, la mengua de nuestra joven amiga.
Habíamos dejado la semana pasada a nuestra heroína en manos del Referencista Jurídico con las gafas hechas añicos. Ella se desmayó. La cosa es que de detrás de un compactus con palimpsestos apareció la Bestia del Lago (véase más arriba), que besó a nuestra joven desmayada bibliotecaria en los labios (como en los cuentos de Grimm, habría pensado ella, tan leída); pero, al contrario que en los cuentos de hadas, la rana no se convirtió en príncipe, sino que la menguada desmayada recobró sus originales proporciones, mas no por eso recobró el aliento.
Acudió, rauda y veloz, en auxilio de sus infortunadas compañeras de menguo, a las que pudo restaurar en sus originales y bellas proporciones humanas tras insuflarles aliento de rana (marca ACME) concentrado en un respirómetro con el que contaban los del Fondo Antiguo para los casos de asma sobrevenido ante el polvo librario. De este modo liberó de su pequeñez a Super Woman, que una vez restituída en sus carnes volvió a ser... la chica del catálogo diccionario (quién lo hubiera pensado):
Habíamos dejado la semana pasada a nuestra heroína en manos del Referencista Jurídico con las gafas hechas añicos. Ella se desmayó. La cosa es que de detrás de un compactus con palimpsestos apareció la Bestia del Lago (véase más arriba), que besó a nuestra joven desmayada bibliotecaria en los labios (como en los cuentos de Grimm, habría pensado ella, tan leída); pero, al contrario que en los cuentos de hadas, la rana no se convirtió en príncipe, sino que la menguada desmayada recobró sus originales proporciones, mas no por eso recobró el aliento.
Acudió, rauda y veloz, en auxilio de sus infortunadas compañeras de menguo, a las que pudo restaurar en sus originales y bellas proporciones humanas tras insuflarles aliento de rana (marca ACME) concentrado en un respirómetro con el que contaban los del Fondo Antiguo para los casos de asma sobrevenido ante el polvo librario. De este modo liberó de su pequeñez a Super Woman, que una vez restituída en sus carnes volvió a ser... la chica del catálogo diccionario (quién lo hubiera pensado):
Acto seguido aplicó a Wonder Girl otro frasco de fluido concentrado de batracio anfibio con un casco lecto-respiratorio (marca ACME también, claro) con el que consiguó que ésta se restaurara asimismo en su corpóreo metro y medio; y se convirtió, de nuevo quién lo habría pensado antes... en la cuenta cuentos de la sección infantil.
Nunca se habría pensado en tan buen equipo de super-heroínas bibliotecarias: la tejueladora nuevamente des-menguada, la ordenadora de fichas del catálogo diccionario, y la cuenta-cuentos infantil, ayer menguadas y amenazadas, hoy restituidas en su plenitud merced al aliento del batracio (que las convirtió para siempre, todo hay que decirlo, en bibliotecarias anfibias, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...-dijo ella, tan culta, acordándose de Michael Ende).
La cosa es que aquí las vemos posando para la posteridad a las tres bibliotecarias, tan contentas y tan monas ellas, como cuando en las películas americanas de miedo al final amanece, deja de llover y hace un día precioso y la orilla del lago que tanto miedo daba al final parece que hasta apetece darse un chapuzón. Así:
Pero ¿y qué pasó con la chica del chándal? ¿Y las enanas bibliotecarias en batallón de ataque? ¿Y la villana malvada rubia teñida? ¿Y el referencista jurídico? ¿Y el mostruo de la laguna? ¿Puede esto quedar así, como si tal cosa? ¿O es que también, como en las películas americanas de miedo, al final y a lo mejor en los títulos de crédito nos van a dar otro respingo de susto?
No, amiguitos, no, que aquí todo tiene remedio y número propio en la CDU.
La chica del chándal no era un cadáver aún caliente cuando la encontró nuestra joven amiga recostada en el Digesto de Justiniano a primera hora de la mañana: es que se había quedado dormida la tarde anterior trabajando sobre sus erratas en el "quorum" y nadie la vio al salir y apagar las luces, y la chica estaba tan falta de sueño que allí se quedó toda la noche. Por eso la encontró por la mañana ANTES de abrir la biblioteca (si recordáis el primer episodio). Se recuperó tanto al dormir en el Fondo Antiguo que hasta mejoró su aspecto, dejó la tesis y se hizo top-model. Aquí la tenemos:
¿Y la villana malvada rubia teñida? Encontró la horma de su zapato: había llegado tan temprano para hacer méritos ante la directora, porque quería salir de Proceso Técnico para pasar a trabajar a Fondo Antiguo, su pasión desde niña. La colocaron en el Fondo Encadenado y nunca más volvió a teñirse de rubia ni a pintarse la raya en el ojo. En realidad nunca más volvió a salir. Se convirtió en bibliotecaria encadenada.
Pero ¿y el referencista jurídico? ¿No había atrapado a sus jóvenes colegas en frascos de vidrio reducidas? La cosa es que el referencista había estado sometido a una fuerte medicación últimamente, nadie lo sabía con seguridad, lo cual le había agriado el carácter. Pero, pasados unos meses, cual crisálida respingona y tras una baja incentivada voluntaria de 3 semanas despues de cobrar la paga de Navidad -y tras su paso por Corporación Dermoestética, adivinaron las harpías de sus compañeras- el referencista jurídico volvió al trabajo convertido en... ¡la referencista jurídica! Hela:
Todo esto pasó hace mucho tiempo y como la memoria es selectiva nadie quiere acordarse con exactitud de los hechos. Nuestra joven amiga no terminó de saber si fue sueño o pesadilla su reducción corporea, la chica del chándal no volvió a pisar una biblioteca ni a tocar un libro, sus compañeras bibliotecarias no tenían cada una más que una visión fragmentaria de los acontecimientos, de modo que al final tuvo que ser la bestia del lago la que protagonizara una película en la que -con ciertas licencias poéticas- se contaba el suceso. Aquí la carátula del DVD:
...y aquí lo vamos a dejar. Creo que quedaron claros los riesgos de cenar Telepizza. No olviden vitaminarse y supermineralizarseeeeeeeeeeeeeeee.
Pufff!!!! ¿Menos mal que acabó todo bien!!!
ResponderEliminarTe superas de entrega en entrega. Las voy a leer los lunes en lugar de los viernes, porque empezar la semana con una lectura así, estimula el hipotálamo (o lo que sea que le pone a uno en marcha) para toda la semana.
ResponderEliminarPero ¿¡De Dónde sacas esas fotos!?
¡Qué hallazgo lo del respirómetro para el asma sobrevenida!
Lo dicho, cada vez mejor.
Bien Bien bien!!! Plas plas fplas plas plas!!
ResponderEliminarImpresionante :D Me ha encantado :D
Espero que sigas así inventando curiosas historias a través de fotografías, porque es realmente maravilloso :D
Sensacional! ;)
ResponderEliminarLa realidad supera a vecea la ficción.
ResponderEliminarhref="http://www.columbusdispatch.com/news-story.php?story=dispatch/2006/04/28/20060428-E1-02.html">Véase
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